miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Se acabó la belleza en nuestra sociedad?

La belleza es una de las ideas más sugestivas del arte. Ha sido adorada como el más alto valor artístico y denigrada como un delito estético. El deleite que la belleza ansiaba encontrar hasta el siglo XIX se truncó al pasar al XX, con una de las máximas de las vanguardias: ser deliberadamente antiestético. Duchamp, con su urinario, asestó un golpe mortal al anhelo de belleza que se creía implícito al arte. Desde entonces, su presencia parece haberse ido para no volver, aunque la duda aviva hoy uno de los debates más polémicos del arte: ¿Dónde habita y qué forma tiene? ¿Para qué sirve? ¿Importa en el arte hoy?
Bajo mi entendimiento y sentimiento, la belleza reside en el Alma, en lo más puro e inocente de nosotros mismos. La forma es la que se manifieste bien a través de una pintura, una escultura, etc.
Su servicio e importancia es mayúsculo, para la evolución y desarrollo del ser humano y estar en coherencia y conexión con la Naturaleza y el Universo.





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